¿Qué necesita Trump para ganar? Un error en las encuestas mucho más grande que el de 2016

02 noviembre 20
¿Qué necesita Trump para ganar? Un error en las encuestas mucho más grande que el de 2016

Si las encuestas están en lo correcto, Joe Biden podría obtener la victoria electoral más decisiva para una elección presidencial desde hace 35 años, superando la victoria de Bill Clinton en 1996.

Pero ese es un “si” muy grande.

La memoria imborrable del error en las encuestas de 2016, cuando Donald Trump estuvo rezagado en prácticamente todas las predicciones preelectorales y de todos modos arrasó con los estados en disputa para ganar el Colegio Electoral, ha flotado sobre la campaña de 2020. La anormalmente estable ventaja de Biden ha hecho poco para dejar claro si las encuestas estarán erradas de nuevo.

El presidente Trump necesita que las encuestas tengan un error enorme si quiere tener oportunidades de ganar la Casa Blanca. Joe Biden podría ganar, incluso si las encuestas estuvieran desfasadas tanto como en 2016.

Pero, mientras que la victoria sorpresiva del presidente Trump lo ha dotado de un aura de inmunidad política, las encuestas actuales lo pondrían en un predicamento mucho más grande que el que enfrentó durante el 8 de noviembre de 2016. Las encuestas muestran una ventaja para Biden que es bastante más significativa que la que tuvo Hillary Clinton, y muchas de las explicaciones para el error en las encuestas parecen no estar presentes esta vez.

Claro que es posible que las encuestas estén más equivocadas de lo que estuvieron hace cuatro años. Pero, para ganar, eso es exactamente lo que necesita Trump. Haría falta que las encuestas estén peor de lo que estuvieron en los estados del norte en 2016. Además, sería indispensable que las encuestas a nivel nacional y en el cinturón del sur estén erradas en un rango mucho mayor, y esas encuestas han demostrado ser relativamente acertadas en elecciones recientes.

O, para pensarlo de otra forma, esta vez las encuestadoras tienen muchas menos excusas para fallar que las que tuvieron hace cuatro años. La victoria de Trump fue, sin duda, una sorpresa, pero las encuestadoras argumentaron, con razón, que sus números no estaban tan mal como parecía. Clinton sí ganó el voto nacional, como las encuestas sugirieron que ocurriría. Incluso, las predicciones estatales no fueron tan malas, excepto por un puñado de estados con población blanca de clase media donde hubo pocas encuestas de calidad en el último periodo de la elección.

En las autopsias a las encuestas luego de la elección, las casas encuestadoras llegaron a una serie de explicaciones válidas sobre qué había salido mal. Ninguna de ellas seguiría siendo excusable si Trump gana en esta ocasión.

Estas son las formas en las que las encuestas son diferentes con respecto de las de 2016.

Las encuestas nacionales muestran una victoria contundente para Biden. Hace cuatro años, las encuestas nacionales sugerían una victoria para Clinton de alrededor de cuatro puntos porcentuales, muy cercanos a su márgen de 2.1 puntos en el voto nacional. Este año, las encuestas nacionales ponen a Biden 8.5 puntos arriba, de acuerdo con el promedio calculado por el Times. Las encuestas nacionales de mejor calidad lo muestran adelantado por más puntos todavía.

Contrario a la elección de 2016, las encuestas nacionales no prevén el avance de Trump en los estados del norte.

Hace cuatro años, las encuestas nacionales predijeron una recuperación enorme de Trump entre los votantes blancos sin un título universitario. Eso sugería que estaba en posibilidades de ganar el Colegio Electoral, con probables victorias en estados blancos de clase media como Wisnconsin, aun cuando las encuestas estatales colocaban a Clinton al frente.

Este año, las encuestas nacionales han sido constantes en la predicción de un avance grande para Biden entre los votantes blancos, particularmente los que no tienen un título universitario. En ese respecto, las encuestas nacionales son muy similares a las estatales y muestran una buena carrera para Biden en los estados relativamente blancos del norte como Wisconsin y Michigan. Las encuestadoras nacionales no podrían deshacerse de la culpa responsabilizando a las encuestadoras estatales.

Hay muchos menos votantes indecisos. Hace cuatro años, las encuestas mostraron a un gran número de personas indecisas o que no sabían si apoyar al candidato de un partido menor, y siempre quedó la incógnita de saber qué eligirían esos votantes al final.

En el promedio del sitio FiveThirtyEight, Clinton tenía una ventaja de 45.7 sobre los 41.8 de Trump, y 12.5 por ciento de los votantes estaban indecisos o apoyaban al candidato de un partido menor como Gary Johnson o Jill Stein.

Hay evidencia importante de que estos votantes indecisos se alinearon con Trump en 2016. Las encuestas de salida encontraron que la mayor parte de los votantes de último minuto doblaron en su dirección, 45 sobre 42, con un rango incluso mayor en los estados donde el sesgo de las encuestas fue peor, como Wisconsin, donde los indecisos lo eligieron en las última semana, 59 puntos sobre 30.

Las encuestas postelectorales, que intentaron contactar de nuevo a los votantes encuestados antes de la votación, encontraron que decisiones orbitaban hacia Trump. Y todo esto fue previsto por las encuestas preelectorales, que mostraron un final cerrado tras el tercer debate y el asunto de la carta de James Comey sobre los correos de Clinton. No explica el error en las encuestas por completo, pero puede iluminar parte de él.

Este año, sólo 4.6 por ciento están indecisos o apoyan al candidato de un partido menor, de acuerdo con el promedio de FiveThirtyEight. Incluso si estos votantes orbitaran hacia Trump de forma anónima, se quedaría corto para una victoria en los estados en disputa y a nivel nacional.

Algunas encuestadoras (incluida la del New York Times Siena) muestran más votantes indecisos, votantes para partidos pequeños, o votantes que sencillamente se rehúsan a revelar a quién apoyarán para la presidencia. Aun así, hay poca evidencia para creer que se decidirán por el presidente.

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