Un tropiezo que arruinó el año perfecto de un Barcelona con sed de venganza
29 abril 18Pese a conseguir el título de la liga
Con el triunfo ante el Deportivo, Barcelona volvió a gritar campeón por segunda vez en el año. Una temporada que pudo ser perfecta para la institución de un cuestionado presidente como Josep Maria Bartomeu, pero que, a pesar de la obtención de la Copa del Rey y la liga española, dejó un mal sabor de boca en la afición azulgrana.
Nombres propios como el de Ernesto Valverde, Andrés Iniesta, Lionel Messi, Neymar y Kostas Manolas fueron protagonistas de una campaña de película, la cual transitó por una serie de altibajos emocionales a lo largo de los 56 partidos disputados hasta el momento.
La llegada de Ernesto Valverde y la salida de Neymar
Proveniente del Athletic de Bilbao, el Txingurri llegó en remplazo de un desgastado Luis Enrique con la obligación de hacer un buen papel.
Sin embargo, su bajo perfil y una apabullante derrota frente al Real Madrid por un resultado global de 5-1 en la Supercopa a fines de agosto del 2017, hacían suponer los peores presagios de cara al inicio de la temporada.
A ello había que sumarle el sorpresivo y doloroso adiós de la estrella brasileña, quien abandonó al equipo a poco más de dos semanas del inicio del campeonato para ser la figura del París Saint Germain y de Francia en general. Un hueco imposible de cubrir para Gerard Deulofeu.
El Barcelona había embolsado 255 millones de dólares y estaba forzado a suplir la ausencia de uno de sus principales pilares ofensivos. Josep María Bartomeu y su directiva debían revolucionar el mercado para devolverle la esperanza al pueblo culé.
Disgustos y sorpresas: Roles invertidos en los refuerzos de verano
«Es viejo», «¿De China al Barcelona?», «No esta a la altura». En medio de las críticas, el brasileño Paulinho, hacía su presentación en un Camp Nou parcialmente vacío.
«Vengo con la idea de ser titular. Respeto a todos los jugadores, pero mi pensamiento es el de jugar y ser titular», advertía el jugador que costó 40 millones de dólares.
Una inversión que parecía hundir más al club y a su presidente. La salida de un joven prodigio de 26 años como Neymar y la llegada de un mediocampista que roza los 30, y que no jugaba en Europa desde el 2015, no convencían. Sin embargo, el paulista terminó siendo el mejor fichaje del año y devolvió esos USD 40 millones con sus buenas actuaciones y sus goles determinantes.
Caso contrario ocurrió con el francés Ousmane Dembelé, por el que se pagó cerca de 128 millones de dólares (más variables) y demostró poco y nada en una temporada marcada por lesiones. El delantero de 20 años disputó tan solo 20 partidos en la temporada y marcó tres goles.
Las exigencias de jugar en un equipo como el Barcelona, la presión de ser el futbolista más caro de la historia del club (el segundo más caro del mundo) y la carga de llevar la número 11 de Neymar en su espalda, fueron demasiado para el ex Borussia Dortmund.
El camino a la obtención del título de liga
Pese a las adversidades que se dieron antes del inicio del campeonato, el conjunto azulgrana sorprendió. Lionel Messi tuvo que hacer de él y de Neymar al mismo tiempo, y con 11 goles en siete jornadas, el Barcelona sólo conocía la victoria y lideraba el torneo en solitario.
Ernesto Valverde pasó de ser cuestionado a respetado.
Fueron 31 partidos consecutivos sin perder, incluyendo la victoria en el Santiago Bernabéu por 3-0, los que, sumados a las siete últimas fechas de liga que dirigió Luis Enrique, igualaron el récord histórico que consiguió la Real Sociedad 38 años atrás.»La salida de Neymar ha significado un cambio de nuestra forma de jugar. Perdimos potencial ofensivo pero nos ayudó en el sentido defensivo.
Estamos muy bien organizados en el centro del campo, tenemos más equilibrio y eso nos hace más fuertes defensivamente», reconocía el astro argentino acerca de un grupo que contaba con 79 goles a favor y sólo 16 en contra a lo largo de esos 31 encuentros.
La pesadilla que despertó al Barcelona de un año de ensueños
Todo era color de rosas. «Las sensaciones son mejores que con el triplete de Luis Enrique, estamos en muy buen camino en la Liga, en la final de Copa del Rey y en la Champions League», aseguraba Jordi Alba en la previa del partido de ida contra la Roma.
Estaba en lo cierto, el Barcelona terminó primero en su grupo por encima de la Juventus y sin perder ningún encuentro a lo largo de la competencia, incluido el que se jugó en el Camp Nou ante el equipo de la capital italiana por la ida de los cuartos de final, en el cual se impuso por 4-1 y todo indicaba que iba a acceder a una semifinal después de tres años de ausencias.
El récord de liga, el buen juego y la fe en Ernesto Valverde. Todo se perdió aquel 10 de abril, cuando los dirigidos por Eusebio Di Francesco le dieron una lección de fútbolal equipo que, hasta el momento, sólo había perdido un partido en toda la temporada, contra el Espanyol por Copa del Rey.
Todo lo que habían logrado los jugadores del Barcelona y su entrenador a lo largo del año parecía haber desaparecido tras el gol de Kostas Manolas a los 82 minutos. La confianza que se ganó el «Txingurri» en esos 31 enfrentamientos, se perdió en sólo 90 minutos, los cuales significaron la tercera eliminación consecutiva del conjunto culé en cuartos de final.
Ni la Copa del Rey ni la liga española consolaron a la afición
La goleada ante el Sevilla por 5-0 para hacerse con la Copa nacional y el magnífico desempeño que los llevó a conseguir la liga local sin perder un sólo partido (a falta de cuatro fechas para el final) no fueron suficientes para disipar la frustración de aquella humillación en el Estadio Olímpico.
Una Copa en siete años. Una deuda pendiente que deberá saldar el club cuanto antes. Un objetivo fijo de cara a la próxima temporada, la primera en 16 años en la que no contarán con una pieza clave como Andrés Iniesta, quien abandonará el club de sus amores en junio,pero que dispondrán, entre otros, de Philippe Coutinho, que no pudo disputar la Champions League por estar inscrito con el Liverpool, hoy con un pie en la final.
El último desafío
El Barcelona campeón tendrá un último reto antes de poner fin a las exigencias previas al Mundial. El próximo fin de semana recibirá a un Real Madrid que, pese a despedirse prematuramente de la Copa del Rey y la Liga española, aun continúa en camino a lo que podría ser su tercera Copa europea consecutiva, la misma que se le niega al Barcelona desde la victoria ante la Juventus en el 2015.