El larguísimo invierno del descontento, una amenaza para todos los gobiernos europeos

23 octubre 22
El larguísimo invierno del descontento, una amenaza para todos los gobiernos europeos

Por Infobae

El sacrificio en pos de un mundo mejor es una actitud que hace ya mucho tiempo desapareció del radar de la gran mayoría de los seres humanos. “La vida es ahora y yo quiero disfrutar ahora”, es la consigna de una generación a la que no importan las penurias que pudieron haber pasado sus antepasados para crear mejores condiciones a los que venían detrás. Un sentimiento que florece en estos días en Europa. En los mismos escenarios en los que hace 80 años morían millones luchando por la libertad, hoy sus habitantes no están dispuestos a hacer lo mismo ni siquiera por tres meses. Reclaman menos armas para Ucrania y más calefacción para pasar el invierno. No toleran una inflación del 10% anual y hacen caer gobiernos. Europa se enfrenta a un larguísimo invierno del descontento.

La renuncia el jueves de la primera ministra británica, Liz Truss, después de apenas 44 días en el poder, encendió todas las alarmas y envió una señal muy clara de los peligros políticos que tendrán que enfrentar todos los gobiernos del continente (y del mundo) si no contienen la inflación y la erosión del nivel de vida, más allá de cuales sean las causas.

Te puede interesar: Polémica en el Reino Unido: cuánto cobrará Liz Truss como pensión por haber sido primera ministra durante 45 días

El promedio europeo de inflación anual llegó al 10,9%, cuando el año pasado a esta altura estaba en 3,6%. Pero en algunos países ya llegó casi a niveles argentinos. Estonia anda en el 24% anual, Hungría en 20% y la República Checa en casi 18%. Los europeos no están acostumbrados a este tipo de alza de precios y protestan en los mercados y en las grandes avenidas. El presidente francés, Emmanuel Macron, soportó esta semana una huelga general y enormes manifestaciones. Los sindicatos franceses piden aplicar un impuesto especial a las compañías que hayan tenido ganancias desproporcionadas durante la guerra, algo a lo que se opone el gobierno francés, pero con lo que están de acuerdo Jean Luc Mélechon, el líder de la díscola Francia Insumisa, y la recién nombrada premio Nobel de Literatura, Annie Ernaux.

La huelga en las refinerías está provocando que numerosas gasolineras francesas se estén quedando sin combustible. Los petroleros piden un 10% de aumento para compensar los efectos de la inflación. La empresa TotalEnergies llegó a un acuerdo con dos grandes sindicaros por un 5%, pero la Confederación General del Trabajo se niega, lo que extenderá el paro durante los próximos días en al menos cinco refinerías del país. Además, a Macron se le complica aprobar el presupuesto para 2023. Ya no cuenta con la mayoría absoluta en la Asamblea. La oposición, representada por la derechista Marine Le Pen y Mélechon, le está dificultando las cosas al presidente. De producirse una moción de censura por parte de la oposición unida, los franceses, ya descontentos por la situación económica, tendrán que volver a las urnas.

En agosto, Macron pidió a la población que soportara las dificultades económicas como muestra de solidaridad con Ucrania, y los esfuerzos de conservación han reducido el consumo energético francés en un 14%. Era el deber de Francia “aceptar el precio de nuestra libertad y nuestros valores”, dijo Macron. Algo que ahora ya aparece lejano. Aunque sigue habiendo una oposición general a Rusia, en la cuestión de sacrificar el poder adquisitivo para apoyar a Ucrania, “la opinión pública está mucho más dividida”, explicó Adrien Broche, coautor de un estudio que muestra que sólo un tercio de los franceses está ahora de acuerdo con soportar las consecuencias económicas de la guerra.

Etiquetas de esta nota