Un sacerdote salva a miles de venezolanos que escapan a Brasil, pero despierta recelos en la población local

27 agosto 18

El padre Jesús ofrece a diario desayunos a los migrantes

Un sacerdote salva a miles de venezolanos que escapan a Brasil, pero despierta recelos en la población local

«El hambre venció al miedo», resume el padre Jesús Bobadilla con cierto alivio. El sacerdote, que recibe de lunes a viernes a más de mil inmigrantes en una modesta parroquia local de Pacaraima, en la frontera con Venezuela, temía que los recientes hechos de xenofobia siembren el miedo entre los refugiados, pero se mostró aliviado al ver que todavía llegaban a buscar el desayuno que les ofrece.

Normalmente la parroquia atendía entre 1.500 y 2.000 inmigrantes por día. Después de las expulsiones por los enfrentamientos, el número cayó a la mitad, pero esa asistencia se recuperó al poco tiempo.  Hombres y mujeres de diferentes edades, adolescentes, niños y ancianos van rotándose en cuatro hileras de mesas donde los colaboradores de la parroquia van sirviendo el desayuno con agilidad, liberando rápidamente los espacios para los que esperan en la fila. Todos buscan la porción de pan y una taza de café con leche.

Un pasaje bíblico estampado en una de las paredes intenta animarlos: «La angustia de ustedes se transformará en alegría». Muchos de ellos son indígenas warao, que están alojados en un refugio cercano, gestionado por una ONG.

Café fraterno es la iniciativa lanzada hace más de un año por el párroco de Pacaraima, que es el primer pueblo brasileño al que arriban los inmigrantes venezolanos que escapan de la crisis. «Empezamos hace un año y medio, sin ayuda de nadie, con mucho esfuerzo y sacrificio, sirviendo unos 80 desayunos, sobre todo a los indígenas de la etnia warao, que fueron de los primeros en llegar», explicó el sacerdote al periódico El Mundo.

Jesús todavía se impresiona por el desahucio en el que llegan los migrantes. «Vienen sin nada. Sin nada con letras mayúsculas. Sin dinero, sin domicilio, sin amigos», lamentó el religioso al diario español. Pero matizó con emoción: «También vienen con una gran esperanza, con la esperanza de que están en la tierra prometida. Eso me entusiasma».

Pese a la solidaridad que expone, un considerable número de los residentes de Pacaraima están en contra de su labor y muestran su recelo. El pueblo está colapsado y muchos brasileños consideran que el párroco debería atender primero a los locales (la población de Roraima está lejos de ser próspera) antes que a los extranjeros.

Al respecto, el padre Jesús admitió: «Abandonamos al pobre brasileño, que existe, y ahí creció la xenofobia también. Ahora dicen: ‘el venezolano es el niño mimado’. La xenofobia nace por esa razón», analizó. Pero también acusó a la clase política de alimentar el odio.

«Brasil está en una situación política, económica y social súper delicada, en vísperas de elecciones, y todo es aprovechado», explicó. «Hay fuerzas políticas tenebrosas que se empeñan en pasar por encima de las dificultades del pueblo y aprovechar la xenofobia, que cada día es más fuerte, como elemento válido para las elecciones».

Por ello, reclamó a los políticos que «por favor paren» y los señaló como irresponsables por proferir discursos «inflamados de odio».

En cuanto a los venezolanos que llegan al país, admitió que se ha producido la llegada de «delincuentes que vienen a aprovecharse de la situación», lo cual aumentó el clima de la violencia, pero resaltó que ello no es el común denominador entre los migrantes.

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