Luis Almagro vetó al secretario de la CIDH por las más de 60 denuncias por abuso laboral que pesan en su contra
28 agosto 20Por: Infobae
“Hace bastante que la estamos pasando mal”, dijo a Infobae una empleada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) cuando se le consultó sobre el tiempo al frente de ese organismo de Paulo Abrao, el secretario ejecutivo que lo condujo los últimos cuatro años y creó una división interna inédita para la historia de la institución. Bajo total anonimato por temor a represalias, la mujer insistió: “Esto es un alivio”.
Con “alivio”, la víctima de abuso laboral se refirió a la decisión que se tomó en la semana de impedir que el cuestionado dirigente continúe en sus funciones. Este viernes, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, defendió su veto a Abrao, alegando que tiene “61 denuncias” y que la entidad que dirige no ha hecho nada por esclarecerlas.
Almagro ha bloqueado la renovación del mandato del denunciado dirigente brasileño, vigente hasta el 15 de agosto, a pesar de que la propia comisión había pactado en fallo dividido que continuara cuatro años más, hasta 2024, sin que se diera lugar a la investigación de las graves acusaciones en su contra. “La noticia sobre el veto a Abrao fue una reivindicación”, señaló otro ejecutivo que sobrevivió a las “mentiras” que intentaba imponer el antiguo jefe y que también optó por el off the record.
“Amamos a la Comisión y Abrao no le va a hacer más daño”, comentó otra mujer con 20 años de antigüedad en el organismo quien aseguró haber padecido “el aislamiento” y la “humillación” constante por parte brasileño. A tal nivel que estuvo a punto de ser internada por cuestiones psiquiátricos. “Esta decisión implica una recuperación en la confianza a la OEA”, añadió la abogada con amplia experiencia en derechos humanos. Los mensajes entre los trabajadores que padecieron cuatro años “de pesadilla” se multiplican: “Una antigua compañera me llamó llorando diciéndome que la lucha finalmente había valido la pena”.
Almagro, que ya había argumentado su decisión días atrás de forma pública, ha explicado que no tiene “ningún interés” en elegir al secretario de la CIDH, pero pide que esta persona “tenga idoneidad personal, moral y profesional para el desempeño de sus funciones”, algo que, a su juicio, no se cumple en el caso de Abrao.
”De ninguna manera incorporaré o reincorporaré a ninguna persona sobre la cual penden 61 denuncias”, ha añadido, dando detalles por primera vez de las acusaciones que pesan sobre el actual dirigente: “Conflicto de interés, tratos diferenciales, retrocesos graves en la transparencia de los procesos, retaliaciones y violaciones al código de ética, impunidad para denuncias de acoso sexual, por mencionar algunas”.
Almagro ha reprochado a la CIDH que durante “más de un año” no se esforzase por demostrar la inocencia de Abrao y que incluso de forma “prácticamente inmediata” expresase su deseo de renovar al responsable de la comisión. Esta inacción, ha apuntado, “hace ver una situación funcional muy grave”.
El máximo responsable de la OEA ha dicho que este caso le ha hecho pensar en las víctimas del acoso laboral y en cómo “el sistema las invisibiliza, las enmudece, las aplasta”. “Como el acusado mueve el sistema, como el sistema lo arropa sin importar nada y aún menos los derechos de las eventuales víctimas”, ha aseverado.
La abogada que habló con Infobae sobre los años de Abrao al frente de la Comisión señaló que sus “voces fueron invisibilizadas” y que le extrañaba que nadie internamente se preguntara qué podría pasar con “las víctimas” siendo que se trataba de una organización que defendía los derechos humanos. “Sufría persecuciones internas, humillaciones públicas, degradación constante, aislamiento y apartamiento de mis tareas… todo este maltrato me llevó a una profunda depresión, a tener ideas suicidas”.
Entre los mecanismos de acoso que fueron denunciados, se destacaba el maltrato y el aislamiento al que eran sometidos empleados históricos de la organización internacional. “Abrao mentía, miente sistemáticamente. Creó un ambiente de trabajo perverso. Es un maestro de la manipulación. Y cuando uno lo confrontaba con los números que quería adulterar, se defendía diciendo que le faltábamos el respeto. Acto seguido, los comunicados y tuits con números erróneos eran emitidos, pese a todo”, contó una fuente.
“Mintió tanto que dijo que su votación reciente había sido por unanimidad y no fue así”, agregó otro trabajador que vive en Washington desde hace quince años. “Se enojaba muchísimo cuando uno lo confrontaba con la información falsa que proponía. A comienzos de 2017, en una reunión de la cual participamos muchos de nosotros, cuando una directora histórica de la institución le marcó todo lo que decía de forma equivocada estalló, la tomó del brazo y le gritó que se callara”.
Almagro salió en defensa de los empleados de Abrao que presentaron las denuncias y de respuestas corporativas de otras instituciones que salieron en respaldo del dirigente cuestionado en lugar de intentar ahondar en las acusaciones.
Así, ha asegurado que organizaciones como el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional “desconocen derechos laborales básicos” con sus intervenciones en este caso, alegando que “las respuestas corporativas y negacionistas no son la mejor manera de dar justicia ni de garantizar los Derechos Humanos”.
”Es de extrema gravedad desconocer estos derechos, desconocer las denuncias, tratar de imponer al denunciado por un nuevo período desconociendo la gravedad de la situación y de las denuncias, así como de la situación física, psicológica y espiritual de las funcionarias y los funcionarios”, ha denunciado.
Para el diplomático, se trata no solo de “complicidad pasiva”, sino de “encubrimiento activo”. “Todo ello en nombre de algo que nunca ha estado ni estará en juego: la autonomía e independencia de la CIDH”, ha apostillado.
(Con información de Europa Press).-