¿Podrá el presidente Sebastián Piñera «reencaminar» a Chile?
01 noviembre 19El gobierno del presidente de Chile
El gobierno del presidente de Chile Sebastián Piñera se ha mostrado dispuesto a emprender «cambios estructurales» como los que ha reclamado la ciudadanía en los dos semanas de protestas, pero la oposición calificó de «insuficientes» sus propuestas tras una reunión en el Palacio de la Moneda.
La calma ha empezado a retornar a las calles de Chile. Todavía hay protestas, pero de menor magnitud y niveles de violencia que las ocurridas tras el estallido social de hace dos semanas.
Las movilizaciones sociales han dejado una veintena de muertos, numerosas acusaciones de violaciones de los derechos humanos y grandes destrozos en la red de transporte público, comercios y edificios en todo el país.
¿Qué piden los manifestantes?
El estallido social comenzó como una protesta por el alza en los pasajes del tren subterráneo, pero escaló rápidamente a un abanico de demandas en un país elogiado por su estabilidad económica, pero con altos indicadores de desigualdad.
Ahora los chilenos demandan una nueva Constitución que reemplace a la vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet en 1980, mejores pensiones y salarios, acceso equitativo a la salud, una reforma tributaria que suba la carga a las rentas altas y nuevas condiciones en servicios básicos.
«Acá en Chile si no tienes dinero no puedes optar a nada de calidad, ni salud ni educación”, dijo un manifestante recientemente.
El propio Piñera reconoció que «los problemas no se han producido en los últimos días. Se venían acumulando hacía décadas, y los distintos gobiernos no fueron y no fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud»
¿Cuál es la verdadera cara de Chile?
El modelo económico del país sudamericano se ha puesto en el centro del debate.
Surgido en la década de 1970 en respuesta a una crisis económica resultante de las políticas económicas socialistas del gobierno de Salvador Allende, Pinochet implementó una fórmula que convirtió a Chile en una especie de laboratorio del neoliberalismo en la región. Se relajó el control estatal de la economía y se llamó a la inversión extranjera.
La privatización fue uno de los pilares del modelo de Pinochet: con la creación de la nueva Constitución política de Chile, servicios básicos como la luz y el agua potable pasaron a manos privadas.
También hubo una fuerte privatización en áreas como la educación y la salud.
En muchos chilenos comenzó a germinar la idea de que Chile, más que un país, era una empresa privada. Se trata de un modelo económico donde el estado interviene poco, porque el mercado rige. Si se necesita un servicio, se debe pagar por él.
La salud pública, por ejemplo, no es de calidad ni cubre todas las enfermedades, por lo que el 20% de la población usa la medicina privada, y el sistema de pensiones es un fondo privado al que solo aporta el empleado, no los empleadores.
¿Qué puede hacer Piñera para “reencaminar” a Chile?
Políticos y analistas en Chile coinciden en que la única manera de solucionar de fondo esta revuelta social es haciendo profundas reformas al sistema político y económico actual.
Para ello, sin embargo, muchos opinan que hay que generar un gran diálogo nacional que conecte las instituciones democráticas con los chilenos, con la ciudadanía.
Para que las conclusiones de estas reuniones se traduzcan en medidas concretas, deberán volver al cauce institucional del Parlamento, pues son ellos quienes, en una democracia representativa como la chilena, deben tomar las decisiones.
El tema de la nueva Constitución va tomando impulso y algunos, principalmente la izquierda, presionan para la formación de una Asamblea Constituyente.
La idea, sin embargo, no tiene apoyo del gobierno ni de la derecha chilena.
Después de la reunión del jueves, la oposición acusó al ejecutivo de haber presentado medidas «insuficientes» y de no tener mucho ánimo para avanzar en favor de una nueva Constitución.
Por otra parte, el recién nombrado ministro del Interior, Gonzalo Blumel, dijo el jueves que «llegó el tiempo de la política, pero de la buena política, que dialoga, que conversa y que construye acuerdos para poder avanzar en los temas que más le importan a la gente».
«El gobierno no se cierra a ninguna reforma estructural», agregó.