Trump: promesas de un cambio de época, homenaje a Hillary Clinton y un estilo inédito en la Casa Blanca

21 enero 17

El mandatario prometió que su prioridad será el empleo y la salud

Trump: promesas de un cambio de época, homenaje a Hillary Clinton y un estilo inédito en la Casa Blanca

Tomado de Infobae

El 20 de enero de 2017 será recordado no como el día de la asunción presidencial de Donald Trump en los Estados Unidos sino como «el día en que el pueblo volvió a ser el gobernante de esta nación». Eso proyectó el mandatario en su discurso tras la asunción, un texto que dijo haber escrito él mismo y que mostró completa coherencia con sus mensajes a lo largo de la campaña —salvo porque no mencionó siquiera el plan de seguro de salud de Barack Obama, un blanco favorito en sus días de candidato— y sus elecciones para el gabinete.

Trump ingresó al espacio de la jura con el pulgar en alto, mientras repetía la expresión «gracias» a quienes lo aclamaban. Moderó el tono de campaña sólo para aceptar el mandato —la mano izquierda sobre una Biblia y la derecha en alto— acompañado por su familia. Volvió entonces al estilo de arenga: «Hoy no transferimos meramente el poder de un gobierno a otro, o de un partido a otro: transferimos el poder de Washington DC y lo devolvemos a ustedes, el pueblo».

Los políticos prosperaron y los empleos se perdieron; el establishment se protegió pero dejó a los ciudadanos librados a su suerte. Como si no fuera él hoy un político y como si no hubiera pertenecido a ese establishment, el mandatario prometió: «Todo eso cambia, comenzando aquí y ahora, porque este momento es el momento de ustedes: les pertenece a ustedes».

Casi probando la entereza de los presidentes que lo precedieron —Obama, George W. Bush y Bill Clinton; también asistió James Carter— describió el país que ellos le dejaron como un cementerio de fábricas, criminalidad extraordinaria, infraestructura descompuesta y estrechez económica. «Esta carnicería de los Estados Unidos termina aquí mismo y termina ahora mismo», dijo sin moverse de la distopía que angustia a quienes le dieron el triunfo.

Ese fue el elemento más criticado de su comunicación: no le habló a los demás estadounidenses, a los que no lo votaron y para los que también habrá de gobernar. Un gesto diferente tuvo durante el almuerzo de asunción: pidió que los invitados se pusieran de pie para aplaudir a los demócratas Bill y Hillary Clinton, a quienes les manifestó «muchísimo respeto». El gobernante número 45 asumió cuando el 86% de los ciudadanos estima que se vive una división política sin precedentes, según una encuesta del Pew Research Center.

Para esos votantes que lo llevaron a la Casa Blanca comenzó a trabajar el mismo viernes. Según dejó trascender su equipo, Trump preparó un «tsunami» de acciones ejecutivas a firmar en las primeras 72 horas de su presidencia, que excluirán el fin de semana. Esas medidas insinúan que no se alejará de las estadísticas históricas de sus antecesores, que han cumplido casi tres cuartas partes de sus promesas de campaña.

Su primer paso será congelar todas las normativas y disposiciones que quedaron pendientes en distintos organismos desde la gestión de Obama, hasta que los nuevos titulares de las agencias las revisen. Eso es algo que normalmente hacen todos los presidentes apenas asumen. Pero Trump irá más lejos, dijo su vocero Sean Spicer: «Se ha comprometido a promulgar no sólo el día 1, sino también el 2 y el 3, una agenda de cambio verdadero».

Se estima que el volumen de decretos presidenciales puede llegar a dos centenares y comenzar por temas como la salud, el clima, la inmigración, la energía.

Según repitió, Trump firmará la notificación oficial para el Acuerdo Transpacífico sobre la salida de los Estados Unidos. «Terminar con las restricciones a la producción de energía que destruyen empleo estadounidense», otro de los objetivos de los primeros días, se traducirá en eliminar regulaciones antipolución del carbón o la exploración de petróleo y reabrir caminos para el oleoducto Keystone XL que ha causado controversia interminable.

Además de solicitar formalmente que el Departamento de Empleo investigue «los abusos de los programas de visado que minan al trabajador estadounidense», sentará las bases para el muro fronterizo con México y limitará la entrada de solicitantes de asilo de América Latina, hecho que afectará a los más de 700.000 jóvenes que fueron ingresados ilegalmente cuando eran menores de edad que se beneficiaron de autorizaciones de dos años para trabajar o estudiar.

Antes de su visita el sábado a la sede de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) —a la que criticó duramente porque aseguró que Rusia había interferido en las elecciones mediante el robo y la filtración de datos, aunque luego le reconoció razón— ordenará a la cúpula militar la confección de un plan que proteja los intereses estadounidenses de los ciberataques.

Firmará también el congelamiento de las contrataciones en el sector público federal y la prohibición de que los funcionarios realicen actividades de lobby durante cinco años después de dejar el servicio público, y para siempre si se trata de gestiones para gobiernos extranjeros.

Se desconoce todavía qué hará con respecto a la política de salud: si el congreso simplemente deroga Obamacare, Trump se encontrará con casi 20 millones de ciudadanos molestos por haber perdido un seguro médico con pocos beneficiarios felices, pero muy difundido, de un día para otro.

Trump se dirigió a quienes no lo votaron una sola vez en los 16 minutos de su discurso: «Debemos decir lo que pensamos abiertamente, debatir nuestros desacuerdos con honestidad, pero siempre buscar la solidaridad».

El resto del mensaje fue para el ciudadano que salió a votar contra el sistema que siente que le ha dado la espalda desde los años de Bush hijo: «Nunca más serán ignorados. Su voz, sus esperanzas y sus sueños definirán nuestro destino estadounidense», dijo. «Juntos haremos que los Estados Unidos sean fuertes otra vez. Haremos que los Estados Unidos sean ricos otra vez. Haremos que los Estados Unidos sean orgullosos otra vez. Haremos que los Estados Unidos sean seguros otra vez. Y, sí, juntos haremos que los Estados Unidos sean grandes otra vez».

Sin embargo, conviene no confundir el populismo del discurso con la popularidad del presidente, que ganó en el colegio electoral pero que perdió el voto popular en su conjunto por casi 3 millones de votos.

Ni siquiera en momentos como la Gran Depresión o los movimientos por los derechos civiles un mandatario de los Estados Unidos asumió en un clima de tanta protesta. Hubo más de 90 detenidos en Washington por los disturbios, y para este sábado se espera una marcha masiva de mujeres contra el gobernante que se jactó de agarrarlas de los genitales.

Con una aprobación del 40% y una desaprobación del 48%, Trump marcó un récord de imagen negativa. Su antecesor, por ejemplo, juró con 14% de desaprobación y 66% de aprobación, y Bush hijo con 30% y 50% respectivamente. «La misma gente que hizo las encuestras electorales falsas, y se equivocaron tanto, ahora hacen encuestas de nivel de aprobación. Están tan amañadas como antes», tuiteó en respuesta el flamante @potus —Obama, entre calabazas y ratones, se cambió a @potus44—, desde su siempre ardiente @realDonaldTrump.

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