Comienza la era Lula, entre retórica, promesas de cambio y ataques al Gobierno de Bolsonaro

02 enero 23
Comienza la era Lula, entre retórica, promesas de cambio y ataques al Gobierno de Bolsonaro

Por Infobae

“Hoy nuestro mensaje a Brasil es de esperanza y reconstrucción. Si estamos hoy aquí es gracias a la conciencia democrática de la sociedad brasileña. Bajo los vientos de la redemocratización, solíamos decir: dictadura nunca más. Hoy, después del terrible desafío que hemos superado, debemos decir: democracia para siempre”.

Con estas palabras Luiz Inácio Lula da Silva, 77 años, asumió el cargo de 39º presidente de Brasil. Este es su tercer mandato tras dos legislaturas continuas de 2003 a 2010. En la historia de Brasil, Lula es el primer presidente, después de Getúlio Vargas, con más tiempo en el poder. Para su Partido de los Trabajadores (PT), este es el quinto mandato, incluido el segundo de Dilma Rousseff, que terminó con un impeachment en 2016. Lula fue elegido el 30 de octubre con el 50,9 % de los votos válidos frente al 49,1 % del presidente Jair Messias Bolsonaro, una diferencia de apenas 2,1 millones de votos, menos del 2% de los votos válidos. Esta diferencia es la más baja para un presidente electo desde 1989, lo que demuestra el clima de polarización política del país.

Lula atacó su predecesor en su discurso ante el Congreso. “Nunca se han distorsionado tanto los recursos del Estado para un proyecto autoritario de poder”. Y repitió el mantra de su gobierno de transición, es decir que la situación del país que deja Bolsonaro es “desoladora”, a pesar de que los datos económicos son muy positivos, inflación bajo el 6%, desempleo a los mínimos desde 2015 y un superavit primário de 34.140 millones de reales en 2022 (6.460 millones de dólares), por primera vez desde 2013. “Frente a esta terrible violencia me comprometo con el pueblo a reconstruir el país y hacer de nuevo un Brasil de todos y para todos. La rueda de la economía volverá a girar””, afirmó. Lula también declaró que no quería venganza, refiriéndose a Bolsonaro, agregando pero que “los que han errado responderán de sus errores”. Hablando varias veces del manejo de la pandemia, calificó a Bolsonaro de “genocida” . Pero se equivocó al decir que Brasil es el país con mayor número de víctimas en proporción al número de habitantes. En realidad, según Worldometers, Brasil sólo ocupa el puesto 20 por detrás de Perú, Chile y Estados Unidos, entre otros.

Según la última encuesta de Datafolha, el 51% de los brasileños cree que en su nuevo mandato Lula será mejor que Bolsonaro, una cifra que, sin embargo, no supera a la de los electores que le votaron en la segunda vuelta, lo que indica que las expectativas de la población brasileña son bajas en comparación con la media histórica. Al inicio de su primer mandato, en 2003, el porcentaje de los que esperaban que Lula gobernara bien era del 76%.

A pesar de estos datos en el segundo discurso frente al palacio presidencial de Planalto, Lula criticó a la “minoría violenta y antidemocrática” bolsonarista, pero defendió “gobernar para todos.” “Basta de odio, de noticias falsas, de bombas, de armas. Nuestro pueblo pide paz. La disputa electoral ha terminado. No hay dos Brasil, somos un solo pueblo, somos todos brasileños. Juntos somos fuertes, divididos siempre seremos el país del futuro que nunca llega”. Sin embargo, calificó de golpe de Estado la destitución de Dilma Rousseff en 2016, ocultando que el impeachment siguió el proceso democrático de las instituciones brasileñas y vino a bloquear a un gobierno que provocó la mayor recesión de la historia de Brasil. La paradoja, además, es que algunos de sus ministros en el nuevo gobierno votaron a favor del impeachment de Dilma.

El escepticismo de casi la mitad de la población en la encuesta Datafolha depende también de los recientes escándalos de corrupción del PT y de Lula, detenido en 2018 en el ámbito de la operación Lava Jato que destapó la caja negra de la corrupción brasileña. También está la incertidumbre sobre la estrategia económica del nuevo gobierno, dividida entre ministros vinculados a la Teoría Monetaria Moderna que apuestan por la expansión fiscal sin preocuparse por la inflación y vagas promesas de responsabilidad fiscal.

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