Un consorcio de investigadores busca explicar quién desarrollará COVID-19 grave y quién leve

04 noviembre 21

Científicos italianos

Un consorcio de investigadores busca explicar quién desarrollará COVID-19 grave y quién leve

Por Infobae

En estos casi dos años de pandemia, la ciencia ha avanzado mucho para derrotar al COVID-19 que ya causó 246 millones de infecciones y 5 millones de muertos en todo el mundo.

A pesar de estos avances que incluye las vacunas preventivas y los medicamentos en estudio todavía subsisten muchas incógnitas sobre el SARS-CoV-2 y su desarrollo en el cuerpo humano. Concretamente, sigue siendo prioritario saber a nivel científico qué personas están en mayor riesgo de enfermarse gravemente o morir y qué características físicas las protege mejor.

Para contestar esa pregunta, la genética juega un papel fundamental en estos estudios porque ayuda a identificar qué genes pueden hacer que las personas sean más vulnerables al virus y cuáles no. Es sabido que factores como la diabetes, la edad avanzada, la obesidad o el padecimiento de otras enfermedades respiratorias, podían agravar la enfermedad. Sin embargo, también se han dados numerosos casos en los que la forma más grave y crítica del COVID-19 se ha expresado en individuos jóvenes y complemente sanos.


El consorcio GEN-COVID, formado por médicos de 40 hospitales italianos, físicos, matemáticos, científicos de datos y expertos en inteligencia artificial, busca investigar este tema que le quita el sueño a los expertos.

“El consorcio nació en marzo de 2020 con el objetivo de decodificar las reglas de la genética de cada persona que rigen la reacción al COVID-19. El conocimiento de la medicina, la biología y las matemáticas son fundamentales en este emprendimiento, pues hay que volver a trazar el camino que hizo el doctor Mendel hace 155 años, cuando postuló las pautas que aún hoy se utilizan para codificar las enfermedades raras. La diferencia es que, en este caso, no está involucrado un solo gen (como en las enfermedades raras), sino muchos genes que, cuando se combinan, determinan diferentes vías de enfermedad en diferentes grupos de pacientes”, explicó la profesora Alessandra Renieri, catedrática de Genética Médica de la Universidad de Siena y directora de la UOC de Genética Médica del Hospital Universitario de Siena, que coordina el trabajo del grupo, explica los objetivos del consorcio.

La experta afirma que conocer nuestros genes es una valiosa ayuda para enfrentar enfermedades. “Descifrar el código genético no es fácil y se necesitan conocimientos no solo de genética, medicina (la mayoría de las especialidades médicas están involucradas) y biología, sino también de matemáticas e inteligencia artificial. Por ello, el consorcio GEN-COVID está formado por un equipo interdisciplinario que trabaja en el perfeccionamiento de la lectura del ADN de cada uno de nosotros para ayudar en la predicción de enfermedades y en el análisis-descubrimiento de las terapias más adecuadas”, apuntó.


Las personas interesadas en participar lo hacen en los centros clínicos en forma voluntaria. El consorcio está abierto a la inclusión de profesores de física, matemáticas e ingeniería y estudiantes de doctorado. “La lectura del código genético de los pacientes, durante la hospitalización, nos da la información de los fármacos que pueden determinar su recuperación. Estos medicamentos no son los mismos para todos los pacientes COVID-19. Los ensayos clínicos sobre cargas de casos de grupos de pacientes inscritos sin tener en cuenta la genética y los mecanismos de la enfermedad hasta ahora no han tenido éxito, porque el fármaco fue eficaz sólo en una parte de los pacientes, lo que resultó en estadísticas negativas”, agregó la especialista.

Genes y COVID

Algunos hombres tienen un defecto en el sensor de ARN del virus llamado TLR7. El organismo no siente inmediatamente que ha llegado el virus y no activa la primera barrera de defensa (inmunidad innata).

“El gen TLR7 está en el cromosoma X y las mujeres que tienen este defecto tienen el segundo cromosoma con el gen compensador activo, por lo que todavía están bien, incluso cuando están infectadas. Los enfermos graves son los masculinos. El conocimiento de esta anomalía en los pacientes permite el tratamiento con interferón (la molécula clave de la inmunidad innata). Otros sujetos, siempre varones, tienen una proteína (Selectina P) que desencadena coágulos de sangre con demasiada facilidad en los vasos sanguíneos. Se trata principalmente de hombres mayores de 60 años o con receptores de testosterona menos activos y con un valor de laboratorio elevado de (dímero D) que es la señal de la presencia de trombosis”, indicó Renieri.

Para estos pacientes, se han iniciado negociaciones con Novartis para obtener Crizanlizumab, un anticuerpo monoclonal frente a Selectin P, que sería de gran ayuda en el tratamiento de la infección aguda.


“Conocer nuestros genes a veces también nos ayuda a comprender qué fármaco no debemos tomar. Un grupo de varones que tienen otro sensor de ARN viral defectuoso (TLR3) induce poca autofagia (que es un mecanismo de defensa). El tratamiento con Cloroquina reduce la autofagia, por lo que no se recomienda este fármaco en este tipo de pacientes. Lamentablemente, cuando se realizaron los ensayos clínicos con Cloroquina, los pacientes no fueron seleccionados de la forma correcta, porque ese conocimiento no estaba ahí y el fármaco se puso en desuso”, remarcó la experta.

Respecto al presente y futuro inmediato de las herramientas para derrotar la actual pandemia, Renieri afirmó que la vacuna reduce la probabilidad de enfermedades e infecciones graves y que los anticuerpos monoclonales son una ayuda en una etapa muy temprana de la enfermedad, ya que los antivirales son efectivos contra el virus al reducir su carga dentro de las células.

“La terapia adyuvante personalizada basada en marcadores genéticos, sobre la que trabaja el consorcio GEN-COVID, es útil en los casos en los que se han forzado todas estas barreras y se desencadena el proceso de daño orgánico. Por tanto, es un objetivo concreto la ayuda de quienes aún están hospitalizados y arriesgan su vida. Muchos de los medicamentos que proponemos ya están en el mercado (excepto Crizanlizumab) y, por lo tanto, están validados durante algún tiempo por su seguridad. La novedad radica en proponer el fármaco adecuado al paciente adecuado en función de cómo se construyó el organismo”, concluyó la especialista

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