Un estudio dice que el COVID-19 ya circulaba en Italia en septiembre de 2019, mucho antes de que China reconociera la existencia del virus
16 noviembre 20Por Infobae
El régimen chino hizo lo imposible para que la verdad no saliera a la luz. El encubrimiento sistemático que Beijing ordenó sobre la aparición de un virus similar al SARS en la ciudad de Wuhan, Hubei, provocó una demora crucial en el tratamiento y las alarmas para prevenir la expansión del coronavirus Sars-CoV-2 que provoca la enfermedad de COVID-19 y que ya mató a más de 1.300.000 personas en todo el mundo. El gobierno conducido por Xi Jinping niega las acusaciones y dice que informó a tiempo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la cepa asesina. Sin embargo, los tiempos que maneja la hermética administración china parecen ser diferentes a los que muestran las evidencias.
El coronavirus circulaba en Italia desde septiembre de 2019, según un estudio del Instituto Nacional del Cáncer (INT) de la ciudad de Milán, que indica que el COVID-19 podría haberse extendido fuera de China antes de lo que se pensaba. La OMS ha dicho que el Sars-CoV-2 y el COVID-19, la enfermedad respiratoria que causa, se desconocían antes de que se informara por primera vez del brote en Wuhan, en el centro de China, en diciembre pasado.
El primer paciente de COVID-19 de Italia se identificó el 21 de febrero en un pequeño pueblo cerca de Milán, en la región norte de Lombardía. Sin embargo, de acuerdo a los datos recolectados por científicos, el virus originado en China circulaba desde mucho antes en el país. Hallazgos de investigadores italianos, publicados por Tumori Journal, muestran que el 11,6% de 959 voluntarios sanos inscritos en un ensayo de detección de cáncer de pulmón entre septiembre de 2019 y marzo de 2020, habían desarrollado anticuerpos contra el coronavirus mucho antes de febrero.
La Universidad de Siena llevó a cabo otra prueba de anticuerpos específicos contra el virus para la misma investigación titulada “Detección inesperada de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en el período prepandémico en Italia”. El estudio mostró que cuatro casos que se remontan a la primera semana de octubre también fueron positivos para anticuerpos que neutralizan el virus, lo que implica que se contagiaron en septiembre, dijo a la agencia Reuters Giovanni Apolone, coautor del estudio.
“Este es el hallazgo principal: las personas sin síntomas no sólo dieron positivo después de las pruebas serológicas, sino que también tenían anticuerpos capaces de matar el virus”, afirmó Apolone. “Significa que el nuevo coronavirus puede circular entre la población por mucho tiempo y con una baja tasa de letalidad no porque esté desapareciendo sino sólo para volver a surgir”, agregó.
Investigadores italianos dijeron a Reuters en marzo que informaron un número más alto de lo habitual de casos de neumonía grave y gripe en Lombardía en el último trimestre de 2019, una señal de que el coronavirus podría haber circulado antes de lo que se pensaba.
Cadena de ocultamientos
De acuerdo con una revelación del diario The New York Times en agosto pasado, la cúpula del Partido Comunista estuvo durante semanas sin conocer lo que verdaderamente estaba sucediendo e ignorando los posibles efectos devastadores del virus. Los responsables de haber ocultado esta información fueron soldados locales de la ciudad de Wuhan y de la provincia de Hubei, donde se originó el brote.
Según el medio estadounidense, esta nueva información es consistente con los informes de las organizaciones de noticias y con las evaluaciones de los expertos sobre el opaco sistema de gobierno del país. Es común que los funcionarios locales oculten información a Beijing por temor a represalias. La evaluación agrega perspectiva y contexto a las acciones, así como a la inacción, que posibilitaron la actual crisis global.
Todas las revelaciones apuntan a que, con todo, el presidente Xi Jinping y otros altos funcionarios conocían los peligros del nuevo coronavirus en una primera etapa y aún así se esforzaron por ocultarlos. El informe revelado por el Times, originalmente distribuido en junio, tiene secciones clasificadas y no clasificadas, y es resultado de un consenso entre la CIA y otras agencias de inteligencia sobre la cuestión.
El informe no descarta la idea de que los funcionarios del Partido Comunista ocultaron información importante al mundo. Por el contrario, establece que mientras se esforzaban por obtener datos de los militares de las provincias del centro de China, los altos funcionarios en Beijing desempeñaron un papel en ocultar el brote al ocultar información a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Durante ese tiempo de penumbras, el régimen además se ocupó en acallar las voces de médicos que querían alertar a la población y las autoridades sobre lo que ocurría. El caso de Li Wenliang es quizás el más emblemático. El profesional de la salud informó a colegas sobre un nuevo virus similar al SARS estaba haciendo estragos en la población y que no había mayores datos ni prevenciones sobre el tema. Fue castigado por Beijing, censurado y condenado al ostracismo. En medio, contrajo COVID-19 y murió.
Desde el inicio del brote del Sars-CoV-2, el régimen conducido por Xi Jinping se empeñó en ocultar información e intentar mantener a flote la imagen de eficiencia del gobierno. No le importó que ello pudiera costar la vida de cientos de miles de personas alrededor de todo el planeta.