La noche en la que Messi no pateó al arco y el Barcelona igualmente logró ganarle al Real Madrid

28 febrero 19

Por Matías Palacios, desde Madrid

La noche en la que Messi no pateó al arco y el Barcelona igualmente logró ganarle al Real Madrid

Ver a Lionel Messi en la cancha siempre es una experiencia especial. Sus movimientos, cómo ordena a su equipo, cómo marca el ritmo, en dónde se ubica. Si bien es cierto que la del Santiago Bernabéu, en la que su equipo venció 3-0 al Real Madrid, no ha sido una jornada que quedará en el recuerdo por lo hecho por el 10 del Barcelona, que en tres semanas volverá a Madrid para jugar con la selección argentina.

Podría decirse que en esta victoria ante la Casa Blanca, Leo reguló. No se exigió demasiado, caminó bastante y hasta fue espectador en los tres goles en los que participó su gran amigo Luis Suárez, el hombre que quedará en la historia de este encuentro semifinal de Copa del Rey.

Messi arrancó tirado en la derecha y la primera pelota que tocó fue a los 3 minutos, pero ya parado en el círculo central. Allí, en el mediocampo, pareció sentirse más cómodo. En verdad fue más un segunda punta de Suárez durante todo el partido, aunque en verdad combinó muy poco con el uruguayo. Durante la primera parte buscó ganarle la espalda de Casemiro y, en un par de oportunidades, lo consiguió para armar juego y sobre todo para buscar a su mejor socio, Jordi Alba, con balones arrojados desde la raya media hacia la izquierda.

A los 43 minutos realizó su mejor acción del partido cuando escapó desde el círculo central tras tirar una pared y luego dejar en el camino a Luka Modric con una simpleza típica de él. Después no hizo mucho más. De hecho no estuvo cerca del área en el primero y segundo gol de su equipo.

Un par de detalles que en TV no se ven. A los 15 del segundo tiempo, sabía hacia qué sector iba a sacar Ter Stegen y se lo marcó a Dembelé para que se arrimara varios metros para recibir. Y hacía ese sector fue el balón. Luego, como capitán de su equipo, decidió continuar una jugada cuando Casemiro estaba en el suelo y todo el estadio pedía que tire el balón afuera. Nada de eso, Leo siguió, encaró y buscó a Suárez.

Lo más llamativo, pero que estuvo a tono con su poca participación con los momentos claves del juego, ocurrió cuando decidió dejarle el penal a Suárez. Pareció primero que se iba a hacer cargo, pero luego, sin demasiado problema, delegó la responsabilidad en el 9, quien tapándose la boca llegó a pronunciarle algo, quizá que se iba a animar algo distinto, como fue picarla.

¿Messi se lució? No, por el contrario. Estuvo apagado como hasta desganado. Es curioso, pero no se registraron tiros al arco del mejor jugador del mundo que venía de un concierto inolvidable en Sevilla, la misma ciudad en la que jugará la final de la Copa del Rey el 25 de mayo.

Evidentemente, con el calendario cargado que tendrá por delante, con otro clásico en este mismo estadio en apenas 72 horas por La Liga, y con la responsabilidad de superar al Lyon por Champions el 13 de marzo, su decisión fue guardarse en este partido en el que el Barcelona no necesitó tanto de él como sucede habitualmente.

Lo mejor de todo esto es que, de seguir así, podrá llegar sin problemas a su regreso con la Selección que se dará el 22 de marzo ante Venezuela en el Wanda Metropolitano de esta misma ciudad. Su vuelta con la casaca Argentina es lo que le dio a entender a Claudio Chiqui Tapia, presidente de la AFA, cuando presenció el River versus Boca y lo que espera Lionel Scaloni, para contar con él durante la Copa América. Mientras no se esfuerce demasiado como hoy ante el Madrid, arribará sin problemas físicos a jugar con la Albiceleste tras 9 meses de ausencia.

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